Son dos islas, de dos países diferentes, separadas por casi 4 km y con 21 hs de diferencia entre ellas.

Motivo de disputas entre dos potencias mundiales, un lugar tan extremo del mundo como estratégico. Secretos y misterios de las Islas Diómedes.

Es un lugar tan perdido en el mundo como estratégico. Un error de geopolítica se saluda o se lamenta según de qué lado de la frontera se esté. Se llaman las Islas Diómedes y tiene una historia riquísima.

Dos Continentes, dos países, dos días diferentes

Las islas están en el medio del estrecho de Bering. Dos islas que pese a tener el mismo nombre y estar a solo 4 km. de distancia, en realidad, es como si separaran mundos diferentes. La mayor se encuentra al oeste y está muy cerca del sector continental ruso. Por supuesto, pertenece a ese país que ejerce su soberanía.

A solo 4 mil metros de distancia está la menor, pero es territorio norteamericano. Además siempre está en un día diferente ( solo comparten la misma fecha durante 3 de las 24 horas).

Las islas forman el final de mar ártico y el inicio del océano pacífico. Los arqueólogos y antropólogos sostienen que por allí, hace millones de años, pasaron los primeros homínidos que de Africa cruzaron a Asia y unos fueron hacia el oeste a Europa y otros pasaron por el estrecho de Bering hacia América.

Un mal manejo económico, una deuda de un país – tema recurrente – dividió para siempre a las islas entre dos países que fueron y aún hoy son rivales aunque no como en la guerra fría.

Por último, una convención humana también – como apuntamos – las separó en el tiempo.

Solo 4 km. separan a Rusia de los Estados Unidos en el estrecho de Bering (Foto: Gentileza Medium)

El paso a pie entre dos continentes

Las islas sobre el ártico tienen solo 4 km. de distancia de una a otra. Pero como el agua gélida de esa zona del planeta se transforma en una capa de hielo, varias veces al año, se puede ir de una isla a la otra… caminando. Así se puede unir a dos continentes y esa es la teoría que los evolucionistas dan para explicar similitudes de los primeros homínidos americanos con aquellos de Asia.

Pero esa unión transitoria y debido al capricho del agua y las temperaturas, se enfrió también en términos geopolíticos en el siglo XX, luego de un error de cálculo en el siglo XIX.

Un error de visión geopolítica. Rusia le vendió Alaska a Estados Unidos en 1867. (Foto: Gentileza Wikipedia)

Sin solvencia económica, no hay soberanía

No nos referimos a problemas de hoy en nuestro país. Seguimos en ese extremo del mundo camino al polo norte: las islas Diómedes. Pertenecían a Rusia, pero el zar Alejandro II llegó a una crisis económica terminal para mediados de 1860. Al otro lado del mar, estaba Alaska, posesión rusa que una nación joven y pujante propuso comprar para ayudar a las penurias económicas del zar.

Los Estados Unidos, por medio de su secretario de estado, William H. Seward, compraron esa porción del territorio ruso en 1867 por una «bicoca»: US$ 7.200.000, nada más.

Alaska venía con la porción menor de las Islas Diómedes. Así, Rusia y los Estados Unidos, pasaron a ser países limítrofes, visibles a solo 4 kilómetros de distancia.

Cuando llegó la guerra fría – luego de la Segunda Guerra Mundial – los comunistas de la Unión Soviética lamentaron siempre esa venta por el mal manejo financiero del zar Alejandro II.

En plena guerra fría, las fronteras se marcaron a fuego aunque suene contradictorio. La URSS retiró a los pobladores de Diómedes, la mayor para reemplazarlos por una base militar.

Aunque el hielo del invierno permitiera llegar caminando, el ejército impedía cualquier cruce desde la isla menor, en manos de los Estados Unidos.

Así estarían durante décadas, hasta que un hombre y una mujer alinearon sus destinos.De la tercera guerra mundial a la colaboración.

Lynne Cox, una joven nadadora quiso batir un récord como muestra de la superación personal del ser humano. Unir nadando ambas islas, ambos países, ambos continentes, pese a las bajas temperaturas. Viajo desde el territorio continental de EE.UU. a Diómedes menor para aclimatarse y practicar. Pero el ejército soviético de entonces reforzó hasta con barcos el lugar para que la joven no pudiera «invadir» su territorio: Diómedes mayor.

Las islas separadas por 21 horas y solo 4 km. de distancia. (Foto: A24.com)

La tensión entre ambos países escaló aunque no como en la crisis de los misiles del año 62. Pero cuando Lynne pensaba que su edad – 30 años – ya no le permitiría lograr esa hazaña, apareció el otro protagonista necesario: Mihail Gorbachov.

El padre de la «transparencia y la transformación» («glasnost y perestoika») para la URSS ( lo que llevó a la caída del muro de Berlín en 1989) al enterarse de la gravedad del conflicto aplicó el sentido común. La joven solo quería conseguir un logro personal y entonces se le dio el permiso para llegar a la costa rusa de la isla mayor de las Diómedes.

Luego de años de batallas y gracias a la llegada al poder de Mijail Gorbachov, la nadadora Lynne Cox pudo unir ambas islas en las gélidas aguas del ártico. (Foto: Gentileza The nome Nugget)

La hazaña se cumplió el 7 de agosto de 1987, con barcos rusos y norteamericanos que alentaron y cuidaron a la nadadora.

Poco después, en un viaje a los Estados Unidos de carácter oficial, «Gorby» destacó el logro de Lynne y lo uso para decir que «poca distancia hay en realidad entre ambos países».

En el estrecho de Bering, las islas Diómedes. (Foto: A24.com)

El futuro y el pasado, con solo cruzar una línea imaginaria

Entre ambas islas pasa la línea que por una convención marca el fin de un día y el inicio de otro según los husos horarios. Entonces, pese a que se pueden caminar – en cierto momento del año – apenas 20 cuadras, en realidad se tardan 21 horas para hacerlo. Es la diferencia «estandarizada» que marca la hora en ese lugar del planeta. Si se va de este (EE.UU.) a oeste ( Rusia) uno se transforma en un viajero que llega con novedades del futuro. Al contrario, el camino inverso, sirve para pasar rápidamente del pasado al futuro. ( sin alegorías políticas).

Es decir, las conferencias de 1884 y de 1912 (Conferencia internacional de la hora ) dividieron al mundo en 24 zonas horarias. El punto de quiebre está entre ambas islas Diómedes.

Lynne necesitó 4 kilómetros para lograr su hazaña para vencer las heladas aguas y a la hipotermia. Sin embargo, tardo 21 hora para cumplir su sueño.

Increíble.

A24