«La Bruja» Salguero dejó todo en la noche coscoína
Saliendo de un cuadro de Covid 19, la artista mostró su potencial.
Una excelente performance tuvo Maria de los Angeles «La Bruja» Salguero en la octava noche del Festival Nacional del Folklore, que al cierre de edición cerraba su 62° edición con Sergio Galleguillo.
«Que se vaya el bicho», dijo María Ángeles Salguero, «la Bruja», al promediar su segunda canción, Salamanqueando. Luego de la reunión de consagrados sobre el escenario, la riojana demostró por qué es una de las referentes femeninas con más presencia en festivales populares.
Con un set en el que no faltaron referencias a su provincia, la artista logró hacer indistinguible una merma en su salud que se hizo evidente en el final. En ese momento, buena parte del público no sabía que Salguero estaba saliendo de un cuadro de Covid-19 que la había dejado en reposo hasta horas antes de su actuación.
Luego de invitar a su coterránea Gloria de la Vega (otra «negra riojana», como definió la cantante), el cierre incluyó una sentida versión de la cueca Juana Azurduy, de Ariel Ramírez y Félix Luna. Antes de cantarla, Salguero dejó en claro uno de los motivos de su militancia (también pidió por los humedales, los glaciares y los bosques): «Las mujeres podemos solas. Mucho tiempo nos dijeron que no, pero podemos solas».
Al terminar, llegó el aplauso de la platea y la presentación de los locutores. En ese momento, la cantante se sentó e hizo un gesto sacando la lengua afuera. «Me siento y me voy a la cama un ratito más», dijo sin vueltas. La procesión, en este caso, evidentemente fue por dentro.
Luego de la coreografía tanguera del ballet Duartango (el único en bailar el Himno a Cosquín más allá del ballet Camin en esta edición del festival), Emiliano Zerbini profundizó la identidad cordobesa de la noche con una selección de zambas (con Serrano soy a la cabeza), jotas y chacareras.
El también riojano por adopción no hizo alusión a su posible retiro de los escenarios pero igualmente fue uno de los artistas más ovacionados de la noche. De hecho, los locutores tuvieron que frenar el giro del escenario circular para invitar a Zerbini a hacer una más a pedido del público.
«Estoy muy emocionado, son 25 años de carrera», dijo secándose las lágrimas. Antes le había agradecido a la plaza por escuchar con atención y respeto «canciones nuevitas y otras no tan cantadas». El final, con La firmeza y Arunguita seguramente quedará en la memoria del músico como uno de los momentos más especiales de su trayectoria.
En la novena y última luna coscoina se presentaba la delegación riojana con su nueva obra «Ensueño Chayero», mientras que el cierre de lujo con Sergio Galleguillo, para hacer chayar a toda la Plaza Próspero Molina, que siempre quiere que vuelva el artista riojano y «embajador cultural de la Provincia».
Fuente: Nueva Rioja