El torrontés riojano está entre los mejores del país


La Rioja tiene 1917 hectáreas de una variedad que suma adherentes.
Es un vino funky en toda ley: aromático, delgado y de baja frescura, el Torrontés tiene amantes y detractores por igual. Nacido de un cruzamiento en tiempos coloniales entre dos vides europeas, el Torrontés Riojano es una uva nativa de Argentina y una de las blancas más plantadas. Define, por lejos, la idea de un vino autóctono sin otro contorno que la autenticidad. Por ello entre ellos se posiciona el torrontés riojano. es un cruzamiento de Listán Prieto con Moscatel de Alejandría ocurrido, al parecer, en el siglo XVII. Hay 7400 hectáreas plantadas en Argentina. Mendoza tiene 3360 mayormente en el este, seguido de la Rioja con 1917, Salta con 897, San Juan con 774, Catamarca con 336, Río Negro con 64, Tucumán con 21, Neuquén con 13 y Córdoba con 11. Ninguna otra provincia alcanza al menos las 10 hectáreas.
Pero como sucede con cierto folklore vernáculo, al Torrontés le cuesta salir del corral pintoresco y entrar en una categoría de vinos con proyección global. Ahí es donde una tribuna lo banca acodado a la damajuana y la vista nublada por el humo del choripán, y otra tribuna lo denosta sentado en un restaurante lujoso donde suena música funcional. Entre esos extremos se debate el Torrontés.
Pero esa frontera comienza ahora a tener algunos pasos abiertos. Es que, por un lado, los vinos autóctonos tienen predicamento en el mundo global, sea en el nicho de la alta gastronomía como en el boca a boca de la sommellerie. Y, por otro, algunos estilos nuevos de Torrontés empiezan a despeinar paladares con una propuesta que deja el histrionismo de la lado y se centra en la elegancia.
Entre los estilos que se propusieron dejar atrás el blanco perfumado y de boca floja, hay que mencionar el trabajo que realiza en Salta el equipo de Alejandro Pepa, al frente de El Esteco. Ellos empezaron a trabajar el Torrontés como un blanco serio, de cara a la exportación donde son fuertes, que no brillara sólo por el marcado perfume de azar y rosas. Y, con blancos como El Esteco «Old Vines 1945» 2021 (primera añada 2016), inauguraron una corriente en Salta que tiene ecos propios en otro rincones: Colomé, que lo elabora como un blanco de zona fría con uvas de los valles altos, soleados y helados, en torno a los 2500 metros, igual que Adentro Torrontés en Cachi.
Ahí hay algo interesante. Tres casos en los que el Torrontés consigue frescura y cierto volumen de paladar, con un carácter cítrico. Entre esos bólidos y una nueva movida que se agita fuera de Salta el hilo conductor es la frescura.
El epicentro hoy está en Mendoza. Más precisamente en el Valle de Uco. Ahí hay dos corrientes exploratorias que abren lugares puntuales en el mercado. En Paraje Altamira, el equipo de Susana Balbo Wines explora una variante más herbal y floral, con paladar amplio y a la vez refrescante. Al ya probado Susana Balbo Signature Barrel Fermented Torrontés 2021 –elaborado desde 2013–, le sumaron desde el año 2020 un Torrontés Naranjo que está lejos de ser un blanco hippie como la mayoría de los naranjos: fermentado con pieles y macerado corto, ofrece ciertos taninos que dan relieve al paladar y completan una de las carencias del varietal, es decir, la falta de boca.
En Gualtallary, en el otro extremo del Valle de Uco, dos productores lo plantaron en torno a los 1500 metros la década pasada. Los vinos ahora salen a la venta, son: Gran Enemigo Torrontés 2019 y Alta Yarí Gran Torrontés 2020. Ambos suponen una nueva frontera gustativa, ya que Gualtallary es una zona fría que puede alcanzar, según el tipo de suelo y los años, perfil de zona caliente, como es el caso y por eso logran madurarlo bien. Expresan una nota de albahaca y azahar y abren un paladar amplio y de frescura nerviosa. Un perfil nuevo.
En Río Negro el Torrontés fue una variedad muy plantada. En los últimos años, sin embargo, se lo plantó en Neuquén y Chubut, en el extremo frío de la Argentina. De esta última provincia y elaborados por Otronia están prontos a salir dos Torrontés, con la marca Lagunar: uno como blanco de la añada 2020, entre herbal y floral, con acidez elevada y buen volumen de boca; otro, naranjo, del año 2019, suma una suave textura de taninos. De Río Negro y con uvas viejas, en cambio, destaca en un plan de frescura y matices florales delicados Riccitelli Old Vines 2021, elaborado desde la añada 2015.
También de Patagonia es el espumante Deseado, elaborado con Torrontés, un hit de ventas que redibujó el estilo con burbujas para la variedad. A diferencia de los muchos espumosos que se intentaron con Torrontés y no trascendieron, lo que dio larga vida a Deseado es una cosecha ligeramente temprana para conservar el trazo de azar y la frescura intactas, junto a una fermentación clásica que termina con la toma de espuma sin paso medio. Sólo así preserva el carácter aromático prístino y un moderado dulzor.
Fuente: Nueva Rioja