El maravilloso mundo sonoro de Kamasi Washington cautiva al público argentino
Acompañado por una soberbia banda, el saxofonista oriundo de Los Ángeles presentó un maravilloso mundo sonoro y puso los cimientos para una apasionada relación con el público local.
Si su paso por Lollapalooza Argentina 2019 había provocado una grata sorpresa, por su novedosa propuesta que vigorizaba al jazz a partir de su cruce con otras vertientes rítmicas, Kamasi Washington terminó la noche del jueves de cautivar al publico local y puso los cimientos para una apasionada relación con el extraordinario concierto ofrecido en C Complejo Art Media, ubicado en el barrio porteño de Chacarita.
Acompañado por una soberbia banda, el saxofonista oriundo de Los Ángeles presentó un maravilloso mundo sonoro, que tiene al jazz como su gran vector pero cargado de un africanismo que permite una conexión casi mántrica con el oyente.
En tal sentido, el virtuosismo que despliega cada integrante de la banda y el propio protagonista por supuesto que causa asombro y por momentos ronda lo increíble, pero no opaca el ánimo bailable que invade el ambiente en cada composición.
Todo eso es lo que pudo vivirse el jueves y, si bien la figura de este artista ya era destacada por un importante grupo de seguidores, pareció ser el sello definitivo para un ida y vuelta que seguramente lo convertirá en un habitual de nuestra cartelera.
Fabulosamente acompañado por su padre Rickey Washington en flauta y clarinete, Miles Mosley en contrabajo, Brandon Coleman en teclados, Ronald Bruner Jr. y Tony Austin en batería, Dontae Winslow en trompeta y Patrice Quinn en voz; el saxofonista cedió el protagonismo para que cada uno destaque, pero fundamentalmente en favor del valor grupal.
No se hizo esperar Kamasi Washington que apenas algún minuto pasadas las 21 ingresó al escenario con su grupo y ensayó un simpático saludo en castellano: «Hola. ¿Qué pasa?», lanzó y retribuyó un «te amo» que partió del público.
«¿Quieren tener un poco de diversión esta noche?», preguntó, para dar paso a la introducción armada entre el contrabajo de Mosley tocado con arco, y una suerte de cross-fades disparados desde el moog de Coleman.
Fue el anuncio de «The Garden Path», el más reciente sencillo de Kamasi, que mostró de entrada las cartas para el resto de la noche. El canto devocional, el ritmo machacante y los alternados solos de vientos marcaron pautas que se mantendrían a lo largo de las dos horas de concierto.
«Street Fighter Mas» presentó una cadencia más reposada aunque no por ello menos intensa y tuvo su momento de lucimiento para el mayor de los Washington con un bellísimo solo de flauta.
«Me siento bendecido. Acabo de ser padre», contó Kamasi al presentar una melodía creada para su pequeña hija, la emocionante «Sun Kissed Child», una balada con su parte cantada que la acerca a un standard y el pasaje instrumental con una marcada base jazzera sobre la que descansan los solos.
Allí, Patrice Quinn embelesó con su conmovedora y cristalina voz, la misma que sonó potente cuando fue el turno de los cantos más cercanos a lo devocional y frágil cuando, en los bises, también abordó una balada. También sorprendió MIles Mosley al correr los límites del contrabajo con su solo.
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Pero si hay que elegir una interpretación en la que todos los integrantes brillaron a nivel personal, acaso sea «Truth» la que se lleve esa medalla. La alocución previa de Kamasi sobre la necesidad de «aceptar las diferencias» y «celebrar a todos» por igual, sumado al arranco solitario del contrabajo, hacía prever un momento más reposado y reflexivo, pero el tema fue ganando en intensidad, y paseó bajo distintos climas.
El sonido soulero que aportó el teclado de Coleman dotó a esta composición de un color que corrió a la pieza del toque sensiblero y la cargó de ritmo.
«Me siento bendecido de tener a los mejores músicos del mundo», expresó el protagonista de la noche, como si estuviera tan sorprendido como el público de lo que cada uno de ellos podía dar.
«Mutha Africa» volvió a tener a Coleman en un papel principal, pero sobre todo situó al oyente del otro lado del Atlántico al evocar el sonido de Fela Kuti.
Hubo una ovación del público al final que se prolongó con un cántico que fue retomado por la banda y enganchada con «Fist of Fury», el tema con el que a nivel sonoro el grupo asume el activismo racial más explícito, pero no por ello ausente en otras composiciones.
«Los amo. Volveremos pronto», saludó emocionado Kamasi, y ese pronto fueron unos minutos, pues el entusiasmo del público obligó a un bis, que llegó de la mano de «Becoming», la creación para el documental de Netflix sobre Michelle Obama.
El quebradizo decir de Quinn se combinó con una parte instrumental de ritmo más marcado y envolventes solos de saxo, el mismo que quedó flotando sutilmente mientras el resto de la banda diluía su sonido hacia el final.
Nuevamente hubo una despedida, una promesa de «volver pronto» y una señal de la V con los dedos en reclamo de paz. Pero también hubo un fulgor mezclado con una sensación de bienestar, ganas de seguir meciendo el cuerpo y la certeza de que ese «pronto» no es solo una palabra.