Depresión adolescente: síntomas de la enfermedad que ya es la tercera causa de muerte entre jóvenes
La licenciada Ana Laura Alfaro analizó con A24.com los signos de alerta a los que se debe estar atento para detectar si un adolescente sufre depresión. Además, la historia de Lola, una joven que se suicidó, y la palabra de su mamá.
‘¿Hay que pertenecer?’, ‘¿Cómo hago para lograrlo?’, alguna de las preguntas que se hacen los adolescentes en el actual contexto de presión social. (Foto: archivo)
La depresión adolescente es un problema de salud mental que pisa cada vez más firme entre las nuevas generaciones, con consecuencias que pueden llegar a ser devastadoras. Según el último informe que dio a conocer el Ministerio de Salud, en la Argentina la depresión en los jóvenes de edades comprendidas entre los 15 y los 19 años es la tercera causa de muerte y hay un suicidio cada tres horas.
La Licenciada Ana Laura Alfaro (M.N 63205) se propuso analizar, «desde el punto de vista psicoanalítico, a este adolescente con constantes contradicciones que por momentos es eufórico, en otros está deprimido y rebelde y a quien le cuesta expresar lo que siente», y reflexiona que «somos los adultos quienes tenemos que ponerle palabra a eso».
Como punto de partida, hay que «contextualizar a los adolescentes en los tiempos que habitamos. Hoy, las infancias están forzadas a crecer de manera veloz y adaptarse a los cambios y exigencias rápidamente, y si bien algunos lo hacen con mayor facilidad que otros esta especie de ‘cultura de la perfección’ en la que vivimos impacta en ellos», indicó.
«La presión social les despierta ansiedad, y este impacto emocional recae en su salud mental y en el desarrollo, dada la vulnerabilidad propia de esta etapa. ¿Hay que pertenecer? ¿Cómo hago para lograrlo? ¿Qué pasa si eso no ocurre? Todo esto puede influenciar negativamente en la autoestima, genera inseguridad y muchas veces los lleva a tomar decisiones complejas», explicó.
Y añadió que para los adolescentes, «los grupos de pares y su aceptación pasan a ser lo más importante».
Cómo puede manifestarse el sufrimiento adolescente
En primer lugar, el sufrimiento adolescente puede manifestarse «por medio de una neurosis de crecimiento (es decir tristeza, angustia o rebeldía), la cual es necesaria para volverse adulto. El sufrimiento del adolescente, aquí, es moderado», comentó la Licenciada de la Universidad de Buenos Aires especializada en adolescencia y adicciones.
«Como segunda opción, se manifiesta por medio de comportamientos peligrosos, que interpretamos como la puesta en acto de un sufrimiento inconsciente: quiere decir que el joven no siempre lo siente y si lo siente no llega a verbalizarlo», detalló.
Se trata de «un sufrimiento mudo y más intenso, y es por eso que se exterioriza a través de los comportamientos más impulsivos y riesgosos. Entre ellos se encuentra la depresión y el aislamiento».
Según la especialista, los intentos de suicidio, los suicidios logrados, el consumo de drogas duras, pornografía invasiva, o trastornos alimenticios como anorexia y bulimia son algunas de las consecuencias de estos comportamientos, como también el distanciamiento escolar o la cibercodependencia (uso compulsivo de los dispositivos electrónicos inteligentes y de las redes sociales).
«Esta ausencia de conciencia hace que el adolescente pese a estar en situaciones desesperadas y no pida ayuda», señala la terapeuta y asegura que «toda la crueldad con uno mismo y con los demás, muchas veces oculta una depresión particular que no se expresa desde al abatimiento. Es una mezcla de despecho y amargura que se denomina depresión hostil»
Finalmente, como tercera opción se halla el sufrimiento adolescente extremo. Este «se puede manifestar por medios de perturbaciones mentales que se pueden prolongar hasta la vida adulta, principalmente esquizofrenia, los Trastornos Obsesivos Compulsivos (TOC), fobias, depresiones, que los desordenes alimentarios se vuelvan crónicos, o perversiones sexuales», detalla.
La importancia de un grupo de contención y signos de alerta
«El grupo de contención de un adolescente debe estar atento a todas estas perturbaciones antes mencionadas, sobre todo cuando el sufrimiento del adolescente deja de ser moderado y pasa a ser intenso o extremo. Cuando deja de ser moderado, pasa a lo grave e invalidante, y es esto último es lo relevante para el entorno, lo que nos debe llamar la atención«, explica Alfaro.
«Tenemos que estar alerta a los cambios conductuales, a si el joven se desescolariza, si no se ve con sus amigos o no quiere salir de su casa. Todos son síntomas de alerta. Como adultos acompañantes debemos prestar atención a los cambios bruscos en la vida del adolescente», suma la analista.
Entre estos cambios bruscos, podemos encontrar «sentimiento permanente de tristeza, irritabilidad excesiva, conductas de aislamiento, alteraciones en el sueño, aumentos o mermas notables de peso, si el joven pierde el interés en actividades que solía hacer o ya no quiere ver a sus amigos. Debemos como sociedad acompañar a estos jóvenes», puntualiza.
«Cuando detectamos algunos de estos síntomas antes mencionados, es importante acercarnos al joven, no juzgarlo. Intentar escuchar y acompañar. Cuando se trata de una depresión en cualquiera de sus versiones, ya que como hablamos anteriormente no siempre la podemos observar en conductas de aislamiento y abatimiento, tenemos que tomar el tema como algo serio e importante, creer en las palabras del joven y no minimizar su dolor», explica.
«La depresión adolescente es un problema de salud mental grave, al cual hay que atender y correrse de pensar que sólo con voluntad ese joven saldrá de esa situación», destacó la psicóloga Alfaro, y subrayó que «se requiere de tratamiento psicológico específico y, en algunos casos, psicofarmacológico».
Para concluir, la profesional de la salud recomienda «siempre consultar este tipo de inquietudes con el profesional de más fácil acceso, sea el pediatra o médico de cabecera, pero nunca quedarse solos. Jamás hay que ignorar comentarios o inquietudes sobre el suicidio y siempre hay que pedir ayuda».
Cuando la depresión tiene el peor final: la historia de Lola
A comienzos de junio, se volvió viral una carta de Luciana Baca, la mamá de Lola, una joven de 19 años que se suicidó en la localidad de San Pedro. En su escrito, titulado «Tenemos que hablar de suicidio«, pedía que el sistema de salud mental, se tomen medidas para contener este tipo de casos.
Lola era una chica que con sus 8 y 9 años «era muy madura y se interesaba por temas que quizá, en ese momento, la alejaban de un grupo de amistades propias de la edad y no tenía un círculo cercano, siempre iba rotando», recuerda Luciana, Profesora de literatura y una mamá que como muchas otras trabajaba tres turnos para que a su hija no le falte nada, «ante la ausencia de un progenitor con un cuadro de adicción».
«La primera señal de alerta que yo tengo se dio a sus 13 años, cuando en una clase de natación a la que ella asistía, mientras la ayudaba a cambiarse, veo que tiene lesiones en sus brazos«, relata y aclara que «si bien ella me dijo que se había caído en la escuela, yo me di cuenta que eran autolesiones«.
De inmediato, Luciana pidió ayuda profesional y Lola comenzó su terapia.
«La terapia psicológica duró un año, y la primera profesional que la trató se dio cuenta de que era un cuadro grave y no era una simple depresión, y me da un informe cerrado para que busque una psiquiatra infanto juvenil», dice.
«Lola había sido diagnosticada con Trastorno Límite de la Personalidad con actitudes psicopáticas y antisociales, algo gravísimo que en su momento no fue tratado como correspondía por la burocracia de las obras sociales y un sistema de salud que no da a basto», detalla.
Tras dar con la profesional, lo cual «no fue nada fácil», Lola recibió «un medicamento altísimo, generó resistencia y desde allí fue una especie de prueba y error. A Lola con todo lo que le hicieron le extirparon el alma«. La menor fue internada en distintos institutos, tratada por distintos profesionales, y su final terminó siendo el peor.
Esta niña «bella, inteligente, dulce, que sabía cantar, escribir, dibujar y todo lo hacía con mucho talento», como cuenta su mamá, fue una de las tantas víctimas de una depresión que, con todas las consecuencias que le trajo, como la codependencia de las drogas, le terminó sacando «muchas de esas virtudes y solo le dejaron pequeños destellos», se lamenta Luciana.
Hoy, esta madre resiliente que logró convertir su dolor en energía para ayudar a otros en la misma situación que su hija, forma parte de un grupo de mujeres que colabora con el sistema de salud y da contención a los jóvenes de la comunidad de San Pedro que sufran depresión.
Línea de Prevención del Suicidio: si usted, o algún familiar o allegado suyo, está atravesando una crisis emocional de cualquier tipo, siente que nada tiene sentido o se encuentra atrapado en una situación a la que no le encuentra salida, llame a la línea 135, línea gratuita desde Capital y Gran Buenos Aires; al (011) 5275-1135 o al 0800 345 1435 (desde todo el país). El llamado es personal, confidencial y anónimo.
Fuente: A24